Rafa estaba a punto de llegar. Le había visto mil veces, sin que ella se diera cuenta… él, menos agraciado, pasaba desapercibido entre la muchedumbre. Pero Rafa llevaba un año entero observándola casi todos los días, con aquella cara tan linda, con aquella boca inmaculada que cada mañana le quedaba fuera de juego y que cada noche no le dejaba dormir. Rafa casi no salía con chicas, no es que no le gustaran, si no que le daban pánico… Pensaba que el mundo de las mujeres debía ser algo muy complejo para su corto entendimiento… Alguna vez había pensado en chicos, pero rápidamente desaparecía aquella macabra idea de su cabeza, prefería pensar que las mujeres le aterraban a pensar en la posibilidad de que no le gustaran. Temió mil y una vez ser homosexual. Pensaba en la pereza que le daría contar a todo el mundo que le gustaban los hombres. Además, su familia nunca había sido permisiva con estos temas… su abuelo, creía como muchos otros que los homosexuales era gente enferma, aberraciones de la naturaleza.
Rafa acababa de llegar a la ciudad cuando vio a Sonia por primera vez. No conocía nada, no sabía a dónde tenía que ir y casi tampoco de dónde venía… Una vez habó con ella, una de esas mañanas en las que él andaba perdido. Equivocándose continuamente de calle, dando bandazos a diestro y diestro. Sonia acabada de pasar por su lado, caminando con ese estilo, con esa serenidad que dejaba claro que era su momento, paseando hasta su trabajo, con un paso lento pero decidido. Le pareció una buena excusa para entablar conversación el preguntarle por la dirección a donde debía acudir.
Se acerco a ella, y justo cuando iba a hablarle, hizo que pareciese un accidente…
- ¡Perdone señorita!
(Sonia se giró para ver quién le llamaba la atención) -¿sí?
- Emm… Lo siento, he debido equivocarte con otra persona.
- No pasa nada, me pasa muchas veces
- Si ya… yo… es que… yo… nada, que lo siento.
- ¡No te apures! Ya he dicho que me pasa a menudo…
Le despidió con su mejor sonrisa, dejando en él una sensación de amargura, una vergüenza terrible que hizo que se maldijera por su condición…
Pero ella le despidió con la sonrisa, con esa que embauca, esa que frustraba las noches de Rafa. Por la que ya sabía que daría todo aún sabiendo que lo que podía ofrecerle era nada. Estaba seguro que él no podría interesarle… que lo único que podía hacer era hacerle perder tiempo cada vez que uno de sus despistes se apoderarse de su todo. Porque era verle aparecer por la calle Rondeñas y se olvidaba de la vida, sólo existía para él desde ese desdichado momento ella, ella y su mundo, su mundo…
Esa fue la única bendita vez que Sonia sonrió para él, la única vez que escuchó su voz que hablaba solamente para él y no para nadie más…
Nº 2
Publicado por Achiperre en 21:22
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6 comentarios:
hola perdida!!!
ainsss madre, la de veces que me faltó a mi el atrevimiento... menos mal que en mi caso se curó con el fin de la adolescencia...
Vengggggaaaaaaaaa, mássssss, si vamos así me voy a morir antes...
Besos.
Ayyy que pena!!!!
Si es que todos hemos sido Rafa alguna vez no crees? eso que no te atreves y si lo haces dios mio, que ridiculo
Que identificada me he sentido dios :S
Besicos
Al final Rafa le echará un par de narices???
No sé, no nos dejes mucho tiempo con la duda, anda.
Un beso.
Nur.
Ay ese Rafita, pobre...
Cuánta razón tiene Belén.
Besos mil chula
más...
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