En el lugar de las escaleras sigue habiendo penumbra… ahora soy parte de ese esbozo y observo al chico de las manos bonitas, a la chica que las mata callando, al ingenuo que no sabe porqué está allí, a su lado, sin esperar nada más a cambio que meterla en caliente a pesar de que hiele y ella esté arrecía… Un olor rancio envuelve el ambiente, y me acerca más a la realidad de los envenenados, aunque ahora yo también soy otro buitre… Hago amago por sentirme parte del paisaje y una rubia adorna mi mano… He llegado aquí con andar pesado y rabia en las entrañas, esto tampoco es lo que espero… Sigue habiendo mandíbulas desencajadas y personajes en lo alto… existencias que se asfixian cada vez que suben un peldaño, pero siguen ahí, olvidando lavar su cara y sin renovar el estado de su alma. Pidiendo a gritos otro poco de tiempo para dejarse la saliva en la carátula… veo que están todos más delgados, que su importancia va perdiendo peso… Ahora todo parece diferente de cuando lo veía desde fuera, tengo el pelo largo y casi nunca aprendo nada. Aunque sigo teniendo claro que la educación no sirve para nada, que las bofetadas son para el momento y que los papeles informativos son un pasatiempo, que quien ríe las gracias es el tonto, y que los amigos siguen sin existir… En estos años, he aprendido que ahora si merece la pena vivir encerrada, que es triste no escuchar a los chavales en las aceras, porque no hay nadie que pueda molestarte… no como antes, que había que quedarse adentro para no ver lo podrida que estaba la vida por los que no han esperado a ser mayores para sentirse niños, si no por esos niños que juegan a ser mayores… Y es que ya no hay una señora muy señoreada que tiene un ratoncito en casa y hace lo que sea por el material tosco… Pero las inquietudes sin dueño están por todos lados, ya nadie viaja a hong-kong, ni sabe quien fue el Ché, ni cree que Bob es nuestro colega…
La fiesta de los domingos y las bulerías con tan solo un trago se han sustituido por desiertos de cemento que arropan nuestra tierra pero que desarropan nuestra alma…
La gente sigue subiendo las escaleras, igual que entonces…
Ya de vuelta a casa, paso por el lugar donde tras veinte años se cambian las ventanas y desaparecen las vidas…mientras voy pensando esto, juro no volver a salir.
Delante mía, una chiquilla camina a tropezones con unos tacones que no le pegan… parece una puta infantil… y sigue moviendo el culo, como si alguien más la estuviese mirando…
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2008
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